Dice Pessoa

Él siempre pensó que yo había elegido una vida equivocada. Pero es al revés. Uno siempre piensa que la vida del otro es más plena o más verdadera que la propia; por eso, para compensar, necesitamos convencernos de que es el otro el que equivocó el camino. La vida está en otra parte.

Oye esto. Es sobre un tipo que va al volante de un Chevrolet prestado y pasa al lado de una casucha al borde del camino.
Atrás, a la izquierda, la modesta casucha, menos que modesta. Qué feliz debe ser ahí la vida: porque no es la mía. Si alguien me vio desde la ventana, pensará: aquel sí que es feliz.
Tal vez para el niño que mira tras los vidrios de la ventana de arriba.
He sido (con el auto prestado) como un sueño, como un hada real.
Tal vez para la muchacha que ha mirado, al oír el motor, por la ventana de la cocina, sobre el piso de tierra.
Soy algo de ese príncipe que duerme en todo corazón de muchacha.
Y ella quizá me ha mirado a hurtadillas, tras los vidrios hasta que me perdí en la curva.