Celebridades

Abrió la puerta y se marchó, el perro también quería abandonarme y comenzar una nueva etapa llena de nuevas sorpresas, nuevos retos y ,¿por qué no?, nuevas decepciones, hasta que reconsideró mi oferta de ración de galletas y agua todas las tardes y paseos matutinos con lanzamiento de pelota incluido.
- ¡Qué traidor! Has estado a punto…
- Guau, gua guau augua
- Hazlo, si de veras te atreves
- Guau, guau
- Que mariquita, ja, ja, ja

Me mordió la entrepierna. Estuve ingresado una semana en la planta de Víctimas del maltrato animal. Acababan de inaugurarla y tuve el honor de ser el primer paciente en recibir terapia, existía un tratamiento paralelo para los posibles daños psicológicos. Allí fue donde conocí a Bibián. Bibián. Todavía tengo cosquillitas en los dedos gordos de mis pies.
La primera sesión me dio un poco asco , habían estado todas las enfermeras vendiéndomela y cuando por fin la conocí me decepcíoné. Me decepcioné sobremanera pero no me quedaba otra alternativa, había sopesado todas las escapatorias y sería ciertamente bastante extraño curarme de la noche a la mañana. Siempre podía aferrarme a mi antiguo vecino Quimi el Chamán, pero no gozaba de mucha credibilidad, una lástima.
- Hola querido, yo me llamo Bibián. Siéntate aquí, tenemos una hora por delante. Mi trabajo consiste en encauzar la energía para no derrocharla. Durante los próximos cuarenta días haremos una serie de ejercicios con el propósito de abrirte los ojos, indagaremos en tus peores recuerdos y los reviviremos juntos. El proceso será duro, tienes que confiar en mí y apoyarte, seré tu nexo a la realidad, no puedes permitirte flaquear en ningún momento.
Le corté en cuanto me dio una oportunidad.
- ¿Me has llamado querido? ¿Has dicho querido no? ¿He oído querido o son cosas mías? ¿Por qué me llamas querido no? ¿Nos conocemos de algo? Igual tengo muy mala memoria y no me acuerdo de ti, que no creo que sea el caso pero si es así dímelo.
Se quedó de piedra. Permaneció en estado vegetal durante varios minutos, antes de volver a retomar la conversación inspiró profundamente.
- Mañana a las nueve quiero que vengas a la consulta, esta noche tienes que intentar soñar mucho, mucho. Y apuntar todo lo que puedas al despertarte para luego contármelo.


Esa noche no pude dormir, a la mañana siguiente llegué a rastras a la consulta, tuve que alquilar una silla de ruedas y aún así me tuvieron que llevar a todas partes porque me quedé dormido y la silla siguió despierta cuesta abajo y me bañé en la fuente. Más bien buceé en la fuente y como estaba caliente pues no consiguió despertarme ni un chapuzón inesperado.
Los días fueron pasando y las terapias eran insulsas, carecían de utilidad pero disfrutaba tanto de perder el tiempo que el resto del día lo dedicaba a contar las horas que quedaban para volver a encontrarme con mi Bibi. Pese a sus ciento cuarenta y cinco kilos y sus orejas del tamaño de filetes de vaca recién cortados teníamos algo en común, los dos nos odiábamos.
Cuando ya adquirí cierta confianza, llámese plena potestad para poder decir lo que te venga en gana sin tener consecuencias, le dije que estaba muy gorda. Pues tu tienes el testículo derecho reventado por los dientecillos de tu perro. Viva mi perro, foca. ¿Se llama foca? Que nombre tan bonito. Maldita bolsa de grasa andante, tienes un cerebro liso. Pues si, la verdad que sí, pero con el tiempo le coges cariño, creas o no.

Y la invité a cenar, pero pagaba ella, que no estoy loco. La ensalada y el pan de aquel "Restaurán" eran maravillosos, era la especialidad de la casa.