Cioran hubiese dicho I


La ida era una rampa cuesta abajo, impoluta y con arabescos en el posamanos, habían puesto un sol que arremetía incesante contra los bienaventurados. Y yo cual bienaventurado descendía con parsimonia y relamiendo cada paso porque volvía.
Hacía cinco meses que no veía y seguro que las cosas habían cambiado. Lo que son las cosas. Tengo una fase de despresurización que incluye efervescencia al llegar y al marchar. Esa misma noche había fiesta. La efervescencia me dió fiebre. Ahora no la tengo, he ido al médico y me han hecho análisis, y tengo que hacerme análisis, y estoy bien pero la efervescencia va a estar ahí siempre que haya una ida y una vuelta.
Al día siguiente me levanté, me lavé los dientes, me desperezé y me tomé un vaso de leche. Luego miré por la ventana. A continuación encendí el ordenador y leí las noticias. Qué bien queda eso. Yo leo el periódico. Después me bajé a la calle, me perdí -metafóra- y tras peinar la biblioteca municipal, me senté en un banco a conocer a Cioran. Y me dijo algo así como que me aburre el mundo. Me aburre vivir. Y cuando veo una situación que ya he vivido no me apetece volver a leerla, que me sé de memoria esa página, no necesito revivirla, sé como empieza y como termina. Realmente me importa una mierda todo, no es una pose, veo todo a mi alrededor moviéndose según la corriente que toca esta vez y tampoco hay algún discurso más allá, y estoy llegando a plantearme que es un problema mío que no me guste cortarme una pierna cuando es lo que toca y lo que todos hacen es cortarse una pierna. Si ya sé una cosa, no necesito repetir el mismo camino para llegar al mismo punto pero con una persona distinta. Y si veo a una persona que necesita andar ese camino que ya he andado, pues me aburre. Y si todos necesitan -y ojalá- andar un solo camino que ya he andado pues me aburren, yo quiero seguir andando. No es egocentrismo. Es tontería pura. Que si me acercase a ellos podría aprender sobre ellos. Pero me aburren. Tengo una lista muy extensa de cosas que me aburren, y en cuanto dicen una, adiós. Me aburrís amigos. Y lo peor de todo es que cuando os veo no me dan ganas de daros un güantazo, si no que os dejo hacer y encima os crecéis. Pero me aburrís. Y sé que todo es pasajero, que todo es transitorio y no hay nada permanente. Que todo cambia y todo fluye y donde antes había A ahora hay Z. Y me aburre. También me aburre.
¿Y si no hubiese dicho nada de esto? ¿Mi imagen sobre mí sería distinta? Pienso demasiado. Pero nunca hay suficiente. Me aburro a mi mismo.
Y sólo pienso en enviárselo a alguien. En que alguien lo lea. Sólo quiero no ser yo el único que siente esto. Sólo quiero no estar solo.

La efervescencia era considerable.Tenía gusanos dentro de mi que me obligaban a moverme de un lado para otro, a sentarme y hacer que me levantase para ir hacia allí y luego un pensamiento -no lo sé, no lo sé por qué-, que me detenía en seco y el sol me llamaba y me embobaba observando, se chocaba un alemán conmigo y tenía que ir hacia la sombra, llegaba y las vistas eran muy buenas, ahora, ahora tengo que moverme, mejor me siento, un banco, y no y si y ahí. Me doy una vuelta, los miro, no lo soporto. Es como superar la varicela o algo así. Es como superar uno de esos circuitos de obstáculos para probar tu fuerza física. Cuando has superado la mitad del recorrido no te das la vuelta y a ver qué hacen. Las preguntas que me vienen a la cabeza son, ¿de veras he superado la mitad del recorrido?, ¿por qué ellos no lo han superado?, ¿les ha gustado algo y se han quedado ahí?, ¿por qué me aburren sus mecanismos y me resultan tan aburridos?
Y ahora que lo voy pensando otra vez me sucede algo parecido.