Continuará..

Era una de esas noches de cielo anaranjado. Se encontraba sentado el retrete, sin luz y observando los claroscuros que provocaba ese cielo sobre las toallas que colgadas esperaban a que se duchase. Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Pero el seguía divagando, silencioso y disfrutando del momento. Jamás se le había pasado por la cabeza ducharse con la luz apagada, hasta ese día. Mientras giraba los mandos de la ducha se dijo a sí mismo que todo iba a cambiar. El agua se iba calentando poco a poco pero no le importaba hervirse, pues por dentro gozaba de su nueva frialdad. Y tanto es así que separó su mano del resto del cuerpo para sentir como se deslizaban las gotas rojas sobre éste y notó como se iban enfriando a medida que descendían por su mano hasta separarse de sus dedos. Sabía que gastaba agua en vano, pero se dio cuenta de que había juntado sus dos mayores placeres, la oscuridad y el agua. Yo mismo pienso que desde aquel día su vida iba a cambiar por completo, sin darse cuenta.

Esa tarde deseaba no haber desencadenado tales acontecimientos, pero llegaba una semana tarde y el daño era irreparable. Sin ganas y en un sitio equivocado, se disponía una vez más a efectuar el ritual que tantas decepciones le había provocado. Aún aceptando que no se quedaba en casa esa noche, no tenía ningún interés por saber a que hora habían quedado en el banco. Dos noches atrás, todo parecía completamente distinto. Estaba bebiendo con ellos en aquel sitio que aunque pareciese que no le pertenecía era tan suyo como del resto. La noche se le pasó volando, y contra su rutina fue él mismo quien decidió abandonar la carrera. Se reencontró con una vieja amiga, y de una manera u otra psicológicamente aceptaron fijar una fecha para ponerse al día de esos seis largos años llenos de experiencias. O eso entendió Adam. Por lo demás la noche transcurrió sin incidentes, pues en aquella ciudad tampoco cabía esperar mucho más…
Tensta tenía el estómago destrozado, siempre le avisaba su querido amigo pero éste hacía caso omiso. Se conocieron seis años atrás, en el primer día del primer curso del instituto. Para ambos supuso un cambio muy importante, pero supieron ayudarse el uno al otro. Tensta era la sombra de Adam, parecía que no pero siempre estaba ahí.