Dice Sócrates:
... los buenos no quieren gobernar ni por dinero ni por honra; y ni siquiera alcanzando limpiamente una recompensa por el ejercicio de su cargo quieren que se les llame asalariados, o acaso ladrones si ellos mismos se apropian algo del gobierno secretamente. Como no son ambicioso, tampoco les mueve la honra. Es preciso, pues, que les incite a ello la necesidad y el castigo, si han de llegar de algún modo al gobierno; de donde resulta que se estime indecoroso el procurase voluntariamente el poder, sin que medie alguna fuerza coactiva. El mayor de los castigos consiste en ser gobernado por el más indigno, caso de que los buenos no quieran gobernar; por temor a aquél, me parece a mí que gobiernan, cuando gobiernan, los hombres virtuosos, los cuales aceptan entonces el gobierno no como un bien ni como si fuesen a darse con él buena vida, sino a manera de algo necesario, ya que no se dispone de otros hombres y ni siquiera semejantes a ellos. Pues posiblemente, si existiera una ciudad de hombres buenos, habría lucha para no gobernarn como ahora la hay para gobernar, y entonces se mostraría claramente que el verdadero gobernante no ejerce den realidad el cargo para mirar por su propio bien, sino por el del gobernado...