En clase siempre había alguien que se olvidaba algo. Se quedaba sobre la mesa o colgado en algún perchero. Había veces que me daba cuenta de que alguien podía haberse olvidado eso, una carpeta, una goma, un lápiz. Pero todavía quedaba gente antes de irse y no sabía seguro si se lo habían dejado o todavía no habían terminado de recoger, así que no decía nada porque no era mi turno. Otras veces era el último en recoger y veía el estuche olvidado. Y lo cogía y me encargaba de él, porque ahí si era mi turno. No sé que haría el que se quedase el último y viese que alguien se había dejado algo, pero debía saber que era su turno y tenía que hacer algo con eso. Tampoco era cuestión de saltarse el turno y preguntar a los que estaban allí si era suyo.