La marea subía sin prisas, subía con estrépito pero subía porque había espuma y restos en las rocas. Cuando subía sabía que bajaba y bajaba sabiendo sin saber que bajaría. Cómo no acordarse de la fuerza de la Luna, cómo no, cómo. A la puta luna. Cañerías con gotitas de agua que se filtra y con óxido y con pintura, frías, como aceitosas. El edificio entero de diez y pico plantas rezumando agua descompuesta. Jo