Una chusta mía


He escrito algo y lo he borrado. Son las 11.00PM de un lunes de Agosto. Estoy sentado en una silla de playa ante una mesa hecha con encofrados. Hace dos semanas que estoy en este piso. Los primeros días fueron extraños, estaba todo patas arriba. Aún a día de hoy sigo teniendo la sensación de estar sucio cada vez que toco algo del piso. Estoy comiendo tostadas. Ayer salí y no tengo ganas de cocinar, creo que no voy a cenar. Asia me ha enviado un sms preguntando dónde estoy. No le voy a contestar. No sé qué contestarle. Ni sé porque me marché y no quiero volver. No soy empático. Quiero ser empático. Cuando lo pienso también pienso que es malgastar tu tiempo para pensar en los demás en vez de en uno mismo, claro, lo que haces es regalar tu tiempo porque los aprecias y qué es una planta si no la riegas.
He bloqueado mi Facebook. No dejo de entrar y salir sin ton ni són esperando un mensaje que nunca llega. He restringido las cookies y cuando pongo la contraseña no me permite acceder.
Son las 11.15PM. He intentado entrar en Facebook cuatro veces, pero me ha repetido Las cookies no están habilitadas en tu navegador. Por favor, ve a tus preferencias de seguridad y modifica la configuración antes de continuar las cuatro veces, como un padre que le aconseja a su hijo que no haga eso porque él hizo lo mismo pero le salió mal. Solo que no cuenta lo de que le salió mal. Le dice que no haga eso. Y el niño tiene que querer creerle.

Voy a mis preferencias de seguridad. Enciendo la luz. No funciona. La bombilla está fundida. Tengo muchos trastos apilados. Hay cajas marrones selladas con cinta de carrocero, no llevan ninguna descripción, hace años que no se tocan. No sé por qué están ahí. La sala es grande. Las paredes están desconchadas, las telarañas en las esquinas, el suelo sin fregar, es mejor que la bombilla siga fundida. Nadie entra nunca aquí. Esto no puede estar bien. Me entran ganas de encerrarme y quedarme sentado entre las cajas hasta morir. He conseguido que nadie vea esto. Pero el olor que desprende no se esconde. Hay humedades en la pared contigua. Desde fuera se entrevee que algo no va bien. En realidad nadie ha querido entrar aquí.
Comienzo a sacar cajas. Pienso en lo que estoy haciendo. Me entran ganas irrefrenables de contarlo. Quiero entrar a Facebook. Me repite lo mismo pero esta vez suena compasivo. Sigo sin saber cual es el problema pero al menos voy a dejar bonita la habitación. He quitado los posters. En todos aparece mi cara. Me costó mucho conseguirlos porque no podían tener cualquier cara, tenía que ser mi mejor cara. No hay ventanas. Quiero tener una en cada pared. No quiero. Tengo que querer. Como el hijo al padre. Ahora hay dos amigos mirando y preguntando qué hago. Las ventanas están ahí, las ventanas están ahí -me repito. Les cuento lo que hago. No se ríen. Ahora hay doce personas. También me preguntan qué hago. Son doce personas y si digo la frase incorrecta se van a reir, y son doce. Les digo algo sin sentido. Me dan igual. Seguro que voy a arreglar la habitación y voy a estar ahí. No necesito más. Y voy a dejar la puerta abierta para quien quiera entrar, pero sin felpudo porque tampoco quiero que se sientan invitados.
Vuelvo a entrar a Facebook. Vuelve a aparecer el mensaje de error. Escribo en la casilla de contraseña: no quiero ser tú, adem... Dejo la frase sin acabar.

Han pasado dos horas. No tengo hambre. Le cojo una chocolatina a mi compañero. No sé qué es de Asia. Sería divertido regresar en tres semanas y encontrarme el apartamento destrozado. Ella tenía ganas pero no se atrevía. Le llevo su tiempo entrar en calor. Una vez que rompió un plato era mucho más fácil. Hubo un tiempo en el que pensaba cómo se sentía la otra persona. Fue bonito. Me fue bastante bien. Tenía una chica que quería mucho, amigos que quería mucho. Llegó un día que pensé demasiado en la otra persona y se fue al garete. Una vez que rompí un plato, pensaba y pensaba. Aparecían cosas feas y ya no era saber cómo estaba la otra persona. Quería adelantarme a ella. O protegerme. O delatarle. Ahora me como otra tostada.
Realmente no sé por qué me he portado así con Asia. Un día le conté que cuando hiciese cosas raras tenía que acordarse de que yo era tonto. Eso de que eres tonto me ha gustado. Pero por como lo has dicho. No eres tonto -dijo ella. Oh si, si soy tonto. Hago cosas sin saber por qué las hago, pero las hago y si no sabes que soy tonto piensas que hay una segunda intención mala y te enfadas y se va sumando y dejamos de hablar. Sólo los que saben que soy tonto siguen estando ahí. Y ella no me contestó. Ves, yo no tengo armadura, y tu si, no vale. Me marcho. Me contestó qué tonto.
No quiero que me perdone por ser tonto. Soy tonto. En unas semanas querré que me perdone. Por qué ahora no quiero.

Hay una chica en Tumblr que ha colgado una foto con el pelo recogido y enseñando las orejas. La foto reza orejas de elfa. Tiene los ojos pintados y ha puesto morritos de oh, mírame las tetas. Son las 0:45AM. Se acaba de hacer la foto con la cámara de la webcam. Es la primera noche que no hace calor. Me duele la garganta de beber agua fría. Relleno la botella de plástico de Agua mineral natural La Majuela, mineralización debíl, marca Día. Cada vez que lo hago me acuerdo de haber visto en algún sitio que alguien decía algo de que era malo rellenar las botellas de plástico. Se me ha perdido el tapón de la botella.
Anoche me pillé una mierda considerable. Apenas me gasté dinero. La entrada a Razz. Me he levantado a las 12:35PM. Todavía no tengo somier. Es incómodo porque te sientes inferior. A la altura del suelo. He ido al baño y he meado. He cogido las llaves y el móvil y he salido de casa. Había quedado en ir a Sant Cugat a ver a mi hermano. Los ferros no funcionaban desde Provenza hasta Sarrià. Han puesto autobuses lanzadera para cubrir el servicio, pero me da miedo coger el autobus. Al menos esa es la versión oficial. No sé por qué no quiero coger el autobus. He hecho el trayecto andando y con una botella de agua fría. Iba muy ciego. Debía tener cara de haber salido de un after y no saber quién soy, dónde estoy y qué es eso que brilla en el cielo. Una parada antes de llegar me he dado cuenta de que he pagado con el billete de una zona. A la salida de los ferros te obligan a picar otra vez, y la máquina me ha dicho que el billete no era válido. Me he colado detras de un señor que salía. Casi me pillan las puertas. He dicho joder, y el señor se ha girado y ha hecho una mueca de así está el país. Ahí he sido consciente de la cara que llevaba. Luego le he dado un trago a la botella.
No tengo sueño. Llevo una hora sin entrar a Facebook. Me he lavado los dientes. Si digo que me voy a dormir, pero no me voy a dormir, y cuando lo estoy diciendo sé que no voy a hacerlo, ¿qué valor tiene todo?
Me apetece hacerme una paja. Pero esta noche no hace calor y no quiero calentar la habitación por una maldita paja. Mañana también me va a apetecer. Pero hará calor y diré que no porque entonces va a hacer mucho más calor. Así funciono. Son las 01.01AM. Asia me ha escrito al móvil. Eres tonto. 01.20AM. Hace veinte minutos que Asia me ha escrito, y diecinueve que estoy ensimismado mirando la mesa. No tengo internet en el móvil, ni whatsapp, ni nada de eso. Me volvería loco. Tendría que hacer lo mismo que con Facebook. Prefiero que no. Asia no debe haber destrozado el apartamento. Tengo sueño. Me cepillo los dientes. Me voy a dormir. Hace una semana fui al dentista. Me hizo una revisión y me dijo que no tenía nada. Hace tres días fui al dentista. Me dijo que tenía tres caries. Me voy a dormir.