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Le diría cabrón, márchate, cabrón, márchate, aléjate cabrón, fuera cabrón. Y se lo diría gritando y aspirando mucho aire para tener más fuerza. Al aspirar me inundarían unas nauseas de color verde hectoplasma pasado de fecha, me languidecerían los pulmones y mi expresión diría tantas cosas que el tío de enfrente se daría cuenta enseguida y en vez de marcharse se acercaría para noquearme.