Les dábamos copias de los cuentos populares y toda la tarde para que pensasen sobre lo que habían leído y redactasen un sencillo resumen sobre lo que les parecía la obra. Siempre nos llevábamos sorpresas. En las que hasta hermanos mellizos respondían con resúmenes antagónicos. Nos fascinaba la aleatoriedad con la que ellos, y por extensión nosotros, extraemos conclusiones sobre eso a lo que llaman realidad.