Comían bocadillos mientras los gigante persona les aturdían con sus lanzamientos. Nadie parecía aturdido en realidad, nadie menos yo, bueno y mi amigo, aunque mi amigo siempre parecía aturdido.
Golpes, pum, pum, pum, los oídos se llenaban de ruido y me estaba quedando dormido. Tenía que salir de allí. Otro alguien decidió que las sillas en las que estábamos sentados sobraban, así que no había sillas y yo me tuve que levantar como todos. No había por donde salir. Utilicé la lógica. No pasa nada, no hay por donde salir, he tenido que entrar por algún sitio, voy a buscar el sitio por el que he entrado y saldré como si no hubiese entrado. No lo encontraba. La idea de que estaba allí antes que los gigantes persona iba tomando forma, el techo me resultaba familiar y otro alguien decidió traer una cama expresamente para mí. Ése alguien me cayó bien.