Algo llamó la atención de la señora, que se encaminó hacia mi con su paso tacatá. No lo entendí. Los pajarracos enmudecieron y o estoy loco o algo hizo que se girase hacia mi. Bueno ya que tuve que esperarla despaché a los pajarracos que sólo saben molestar y picotear de donde no deben.
- Hola niñito, ¿qué haces tan sólo?
- Estar, señora
Meditabunda. Ahí de pie delante de mí, asintiendo levemente. Ésta chalada, ¡hey, mira!, por fín ha abierto la ventana, ¿es un señor? Juraría que el otro día era una rubia la que estaba asomada.
- ¿Y esa hoja?¿Qué es? -la cogió, con grandes y sufridos esfuerzos, ¿he oído un crujido? ¡Pero qué ven mis ojos! ¿Eres médico?
- ¿Qué si soy médico? -respondí lentamente, desconcertado. Ésta está chalada, está claro.
Esperé su respuesta.